
Ya que os escribo, entro dentro de mi crónica bdsm. El otro día estuve con la fantástica Johanna, que tiene un sumiso/a doncella, que fue en esa sesión bautizada Bernarda. Me lo pasé genial con el rollo de la feminización. Contándoselo a una amiga feminista, me di cuenta de lo mal que suena. Hay un tipo de feminización muy común, que es el de humillar con la imposición del rol y performance de género femenino. A mí ese no me interesa lo más mínimo. A mi lo que me interesa es la humillación a través de la incapacidad de un hombre de convertirse en mujer. No es que creo que haya una incapacidad de base, sino las dificultades que experimenta ese hombre en concreto. Me interesa la disciplina que supone ese aprender otro género. Y me interesa tratar con crueldad a un hombre que no va a convertirse en mujer. Nunca será una mujer de verdad. Y, por tanto, no podrá ganarse mi respeto, ser suficientemente buen*s para mí. Eso supone una inversión. Y quizás una subversión. Al menos, a mi me parece estimulante y excitante. Últimamente mis instintos dominantes vuelven con fuerza. A ver qué sale de todo esto... Me gusta explorar y explorarme.