lunes, 22 de agosto de 2011

Es lo que haces, no tu identidad


He decidido romper mi silencio para hablar de una cosa, porque hay cosas de las que o hablo o exploto. No significa necesariamente que vaya a retomar el blog, aunque estas cosas son difíciles de saber.

Hace ya tiempo que me viene rondando algo, un malestar. Empezaré con una historia que espero ilustre lo que quiero decir:

Juan se lió una noche con Jorge. Jorge le dijo "si quieres penetración, vamos a tener que usar condón". A lo que Juan le responde "Ah, pero es que yo no soy gay."

Suena raro, incluso ridículo, ¿no? La identidad de Juan, sea bisexual o hetero, no tiene nada que ver con la práctica que va a realizar. Puede coger VIH, gonorrea, sífilis, etc. por practicar la penetración anal sin condón tanto si es gay como si es hetero o bisexual. Es decir, la identidad de la persona no tiene nada que ver con los riesgos de la práctica.

Ahora, apliquemos lo que hemos visto al poliamor. En el poliamor los riesgos fundamentales son emocionales (también los hay de salud sexual, pero ése es un tema aparte). Las pioneras y pioneros del poliamor han aprendido muchas cosas a base de prueba y error (vamos, a hostias) y han descubierto qué funciona y qué no, qué es lo que hace daño y qué es lo que hace que las personas implicadas se sientan bien y disfruten de sus relaciones. Por supuesto, cada cual tiene que hacerse su potpurri, conocerse y negociar a nivel individual/familiar/de tribu/red. Pero hay unos principios básicos.

En mi caminar poliamoroso y por los diferentes mundos pervertidos he visto gente de todos los tipos y clases. He visto a gente que se define como poliamorosa, gente que no lo hace pero tiene la misma filosofía, gente que lo hace a ratos y gente que quiere distanciarse lo más posible de esa identidad. Me encanta que haya diferentes tipos de identidades y maneras de entender la vida y las relaciones. Es enriquecedor. Lo que me asusta es la gente que lleva a cabo prácticas poliamorosas pero que, como no se define como poliamorosa, entiende que no tiene que llevar a cabo las medidas de rigor. Repitámoslo: Son las prácticas las que conllevan riesgo, no la identidad. Las medidas son para paliar el riesgo de las prácticas, no de la identidad. Si tienes más de una relación, si te acuestas con alguien que tiene sentimientos hacia ti o tú hacia ella entonces hay ciertas cosas que se pueden hacer para que todo el mundo esté contento. Lo principal es que la gente sepa a qué se está apuntando -expectativas- (comunicación por ambos lados), esté de acuerdo -haya una visión común- (negociación) y se cubran sus necesidades. Si algo de esto falla para cualquiera de las personas involucradas, habrá problemas, definas tu relación como la definas.

Lo que quiero decir con todo esto es que puedes definir tus relaciones como quieras, pero si las practicas sin protección, es cuestión de tiempo que alguien acabe herido. Repito, es sólo cuestión de tiempo. Y también añadiría que me parece poco ético el utilizar disclaimers estilo "esto es lo que hay y si te molesta, es tu problema" al principio. ¿Por qué? Porque suena bien, pero si dices una cosa y luego haces otra (dejas que la relación fluya por cauces que no llevan al "esto es lo que hay"), en realidad estás siendo cómplice del resultado. Suena duro, pero creo que en este camino no hay atajos. Somos mayores y tenemos que responsabilizarnos de lo que hacemos. Nos recomendaría a todas y todos que nos miráramos bien. Las relaciones no tienen porqué incluir compromiso, intimidad absoluta, etc. para serlo ni para que se apliquen estas reglas. En realidad, son reglas que se podrían aplicar al trabajo o a tu relación con tu madre, pero que se vuelven más importantes cuanto más intensa sea la relación. Espero que poco a poco aprendamos colectivamente a tener relaciones más sanas, que son las que nos merecemos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo.

Igual recuerdas que hace tiempo te comenté que veía el poliamor demasiado complicado. Me parecía un estilo de vida que tenía demasiadas reglas, demasiadas negociaciones (por ejemplo, algo que me produc(ía/e) rechazo eran las normas de porcentajes de tiempo de conversación o de atención que se podían dedicar). Creo que es simplemente porque las reglas de otro tipo de relaciones están tan asumidas que no se negocian hasta que alguien quiere introducir alguna novedad, pero eso no significa que el poliamor deje de ser complicado.

Hoy entiendo más el porqué de estas reglas (me ha gustado la comparación con los condones, muy acertada). Sigo viendo demasiado difícil que alguien pueda cuantificar con honestidad (consigo y con los demás) sus emociones (a través del tiempo dedicado o asignando prioridad a las relaciones).

En cualquier caso, claro, cada cual tiene que ser realista con lo que hay -que no hay soluciones a medias que sirvan- y con su forma de ser: lo que realmente quiere y lo que es capaz de hacer.

Maeve dijo...

Nushh, gracias por comentar. Ya sabes que yo no lo veo tan complicado, supongo que porque tengo la motivación y no se me hace tan cuesta arriba. No creo que haya que cuantificar ni necesariamente asignar prioridades a las relaciones. Es algo que hacen algunas personas y otras no. Lo que hay es que procurar dejar claras cuáles son las expectativas de cada persona y llegar a un consenso acerca de la naturaleza de la relación. Y que el consenso cubra las necesidades de las personas implicadas, porque si no, chungo.

Anónimo dijo...

Es tan bueno que igual te lo pido como artículo. ¿Te gustaría que pido a sexpol que te lo publique?
Su perversidad