martes, 23 de octubre de 2007

Hombres, hombres, hombres


Hoy he estado reviviendo cosas que me pasaron hace tiempo pero que de repente han vuelto a mi mente con una fuerza inusitada. Además vuelven en forma de herida. Es como si lo que pasé hace tiempo tuviera efectos postergados: lo que antes era molesto ahora aparece como una herida profunda. De repente me he acordado de lo que yo llamaba el grupo de amigas de "las neuróticas", por razones obvias. Una de las cosas que más me molestaba de aquella época con ellas es que no la mitad, sino casi el 80% de las conversaciones trataban acerca de "los hombres" - casi la totalidad del otro 20% se refería a peleas entre las chicas del grupo-. Por hombres no se referían a jefes, amigos, hermanos sino únicamente a novios, rollos o "potenciales". Entraban en unas disertaciones kilométricas acerca de si tal mensaje había sido redactado adecuadamente, si el tiempo de respuesta significaba esto o lo otro, si deberían o no volver a ver al susodicho, si al haberse o no acostado con él pensaría que era estrecha o una puta. Y en fin, con una lógica dificilmente rebatible, no porque no fuera posible rebatirla, sino porque sólo eran capaz de pensar en sus propios términos. (Los hombres a los que se referían, por desgracia, a menudo también). Y yo me acuerdo que después de tratar de reformar el pensamiento de mis amigas durante una época, me empecé a cansar primero de "recoger los pedazos" cuando ellas decidían hacer algo que de entrada me parecía demencial y, luego, me cansé incluso de oirlas. En cierto momento, me di cuenta de que

"¡Qué poco os valoráis, que pensáis que cualquier tío merece más atención y tiene más importancia que lo que os esté pasando en la vida!"

¡Y eso que a mí me encanta hablar de relaciones! Pero las coloco al lado de mi trabajo, mis amig*s, mi familia, mis planes y esperanzas, mis vivencias. Y, sobre todo, si hay que preocuparse tanto por algo, es que no merece la pena, porque te está rebajando, te estás rebajando. No quiero decir que las relaciones no requieran esfuerzos y a veces periodos de sacrificio, pero que eso sea excepcional debería ser lo normal. Creo que las mujeres que se obsesionan tanto por sus relaciones lo hacen porque piensan que solas no valen nada, porque dan más valor al otro (o a la otra) que a sí mismas. Pongo la otra entre paréntesis, porque creo que esta estructura es machista. Y, desde luego, en las relaciones lésbicas se repiten muchos esquemas machistas.

La pregunta es ¿y por qué siento yo esto como una herida? Porque creo que es un menosprecio hacia mi vida, mis ilusiones, mis planes, mis vivencias, mi trabajo, mi familia, mis amig*s y mi manera de vivir las relaciones. Básicamente, me estaban diciendo a mi también, por proyección, que yo no valía nada sin un hombre, que asegurarme uno debía ser mi proyecto vital último, y que todos los sacrificios personales eran pocos para ello. No me extraña que el maltrato esté tan extendido.

¿Cómo me he acordado de todo esto? Leyendo un libro llamado Chicas de Riad (aquí un artículo al respecto). Resulta que las mujeres españolas no son tan diferentes de las saudíes.

2 comentarios:

Nina dijo...

Hostia!! Hoy precisamente he escrito sobre algo distinto, pero con bases comunes a lo tuyo!!

Es tremendo y agotador, las conversaciones tienen un único eje alrededor giran y giran contínuamente y son siempre ellos o ellas(también, también en las bollo, sí).

Maeve dijo...

Sí, Nina, es cierto que se repite también entre las bollo, pero creo q de manera diferente, porque los papeles no son tan fijos. Pero también pasa eso de que haya dos juntas igual de obsesivas en que entran en un bucle retroalimentado. Eso da mucho miedo! A veces no se sabe qué es peor. Al menos las lesbianas no tienen todo un sistema social detrás que legitime ese tipo de relacion!