En mi instituto, como en todos los que conozco, el insulto que más se oye en los pasillos es ‘maricón’. Se trata de intimidar e infravalorar a los compañeros utilizando una forma de humillación que incide en la definición misma de la identidad masculina. También oigo otros como ‘marimacho’, ‘travelo’, ‘nenaza’, ‘bollera’, etc. Un sinfín de términos que dicen sin saber qué significan en realidad. Están señalando la obligación de conformar las normas que colocan a cada uno de los sujetos de esta sociedad dentro de un estrecho margen de actuación. Los hombres han de comportarse conforme a las etiquetas y pautas que delimitan la masculinidad, y de la misma manera, las mujeres han de comportarse con lo que esta sociedad y este tiempo dicta. El mensaje que lanzamos es claro: cuando rompes las normas, hay un castigo, insultos, aislamiento, vejaciones y todo tipo de humillaciones que son más o menos evidentes y toleradas por nuestros entornos sociales más inmediatos, como la familia, la escuela, el barrio, el trabajo, etc.
La homofobia y el sexismo están sirviendo de doble forma para acosar e intimidar a los chicos y chicas más vulnerables: por una parte, se persiguen todas las rupturas de género y sexualidad de todos, independientemente de su orientación sexual y género. Por otra parte, se recuerda a los chicos y chicas homosexuales, transexuales y bisexuales que han de esconderse, que han de ocultar partes significativas de sus vidas y que si se muestran tal cual son, pueden ser objeto de rechazo, aislamiento, burla y acoso. La escuela necesita abordar tanto los distintos roles de mujeres y hombres en la sociedad, como la educación sexual en general y la diversidad sexual en concreto. Hoy no encontramos en el currículum escolar referencias a la sexualidad, no hablamos de lesbianismo, homosexualidad, bisexualidad ni transexualidad. Al no hacerlo transmitimos que es un tema tabú, que no es tan importante, y que los valores asociados a los varones y la heterosexualidad son los dominantes, hasta el punto que parecen neutrales. Al no educar sobre la diversidad sexual ya transmitimos valores y trasladamos conocimientos que están teñidos de sexismo y homofobia. No actuamos de forma específica ante la discriminación y el acoso escolar homofóbico. Nos alarmamos por las consecuencias del acoso escolar pero no nos escandalizamos por las causas del mismo."
Artículo tomado de Diagonal: http://www.diagonalperiodico.net/article3739.html